jueves, 30 de diciembre de 2010

"Sueño de una Feria Dominical por la Alameda Central"

Tal como lo retrata el famosísimo mural de Diego Rivera, "Sueño de una tarde dominical por la alameda central" (1946), a 64 años de su concepción sigue siendo posible presenciar el mismo tipo de rituales o costumbres dentro de la vida cotidiana del mexicano capitalino. ¿Y es qué cómo podrían borrarse tan ricas costumbres, si en ellas se refleja todo lo que el mexicano es? No hace falta dar muchas vueltas, para toparse uno con la fiesta, los colores, la comida, al negociante, la familia, la broma, la diversión, los aromas, las luces, los juegos pirotécnicos, la montaña rusa, los juegos de feria y un sin fin de detalles, actividades y artículos en los que todos como mexicanos dejamos plasmado nuestra esencia. Si algo queda claro es que no hace falta ser millonario, ni ir muy lejos para divertirse, lo único necesario es esperar al domingo y dirigirse a la Alameda Central, con toda la disposición como todo buen mexicano de pasarla bien.

Por mi parte, si algo me impresiona es la comida, bendito arte de los mexicanos, donde uno a uno plasman de la manera más sincera su imaginación, creatividad, picardía e ingenio. Para mí, viniendo del norte del país, de Baja California para ser exactos, todo es novedad, todo me asombra y me deslumbra; por ello comparto con ustedes todo aquello de lo que mis ojos y olfato se enamoraron en esa famosa "feria de domingo en la Alameda".

Empezando por el pan de feria, han de saber que mi debilidad es el pan, pues con tan hermosas formas, textura y aromas me terminó de conquistar declarándome abiertamente FAN #1 de este mismo; me los presentaron como pan de nuez, de nata, empanadas de cajeta, piña, fresa y conchas.




De repente se me antoja algo salado y me brinco al puesto de quesadillas, tlacoyos, sopes, tacos y pambazos; todos a base de maíz azul, menos el pambazo, claro; hecho a base de pan; tengo a elegir diversas opciones de relleno, tales como quesillo, frijoles, haba, chicharrón, rajas, hongos, longaniza, picadillo, flor de calabaza, cuitlacoche, tinga y demás infinidad de guisados que dependerán según la temporada y creatividad de la doña que me haga el favor de deleitarme con sus manjares.


No me puedo olvidar de los deliciosos esquites, elote desgranado asado y sazonado con chile de árbol y epazote, simplemente DELICIOSO.. perfecto como botanita, nomas cuidado con el picante para aquellos que no lo toleran del todo, díganle al vendedor que no les ponga mucho chile, si no quieren llorar.








Otras botanitas ampliamente recomendables son las -espiropapas- papas fritas cortadas en forma de espiral, con la opción de aderezarlas con chile y limón; algo similar son sus hermanas las frituras, igual a base de papa, papas adobadas, o frituras de harina.






Volviendo a lo dulce me encuentro con las mágicas donas de chocolate y azúcar, por solo $3 pesos; los divertidos buñuelos, algo similar a una tortilla de harina frita y bañada con jarabe de canela, guayaba, piloncillo y anís. Para acompañarlos como bebida se puede elegir entre atole, champurrado y ponche de frutas.

Y así me voy de puesto en puesto, probando un poquito de todo, rezándole a la Virgencita para que no me deje subir mucho de peso en estas vacaciones; hago una pausa, volteo a un costado y me topo con el hermoso escenario de una multitud disfrutando de su folklor y Bellas Artes al fondo.




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