domingo, 17 de abril de 2011

Que haría yo con un día en Ensenada

     Si me dieras la oportunidad de pasearte un único día por el hermoso puerto de Ensenada, diversas maravillas te mostraría. Asombrosos paisajes, un clima envidiable y una serie de aventuras que simplemente atraparían tu corazón, le robarían un pedazo y lo dejarían preso en lo más profundo de las aguas de su mar.
     La única condición sería: UN TACO POR PUESTO. Así es, sólo tendrías la oportunidad de probar un sólo taco, una sola tostada o un único elemento de la larga lista de lugares a los que te llevaría para que terminaras de dejar el resto de tu corazón en éste magnífico lugar. Sería tan larga la lista, que si intentaras comer más de un taco por lugar, no llegarías sano ni a la mitad del recorrido.

     El tour iniciaría contemplando la extensa costa de la Gran Ensenada, vista desde la carretera escénica Tijuana-Ensenada.




     Una vez comprendida la situación geográfica de la región, el delicioso clima, el rico sol y la refrescante brisa que inunda el ambiente continuaríamos con el recorrido hasta llegar al puerto.

     El primer lugar al que te llevaría sería a alguna de las tantas carretas de mariscos que se encuentran en el Blvd. Costero. Elegiría al "Güero" como anfitrión, por sus famosas tostadas especiales y sus frescos ostiones esperando a ser abiertos y degustados por nosotros.










     Bueno ya probaste, ya conociste lo que frescura significa en cuanto a mariscos se habla, ahora continuaría con el recorrido. La siguiente parada sería en los tacos de pescado-camarón capeados "Mi Ranchito". Son una clase de taco que tal vez habrías tenido el gusto de probar anteriormente, llevan filete de pescado o camarón capeado, fritos en manteca de puerco. La señora te preguntaría si lo quieres con todo y les agregaría repollo, salsa bandera, crema, salsa roja, salsa verde y tortilla de maíz, claro.



















     Habiendo probado estas exquisiteces y llorado por todos los malos tacos que alguna vez comiste en tu vida continuaríamos con el siguiente puesto.
     Marco Antonio nos estaría esperando en su taquería; ubicada en la calle Rayón, entre 3ra y 4ta. Con una lista de más de 15 diferentes guisados de mariscos por probar. Tendrías que elegir entre el caguatún, machaca de atún, lomo de atún, adobada de atún, bistec ranchero de atún, pescado empanizado, chicharrón de pescado, jaiba, pulpo, salmón, chile relleno de camarón, camarón en crema de chipotle y así continuaría la lista. La elección sería MUY difícil, pero al final cual fuera tu decisión la disfrutarías.






     Ya cansado, lleno y sin un hueco más en el estómago, continuaríamos. No habría tiempo que perder ni puestos que olvidar. Y así seguiríamos con un pescadito ahumado, de la ahumadora del Pacífico exactamente. Pedirías un trozo pequeño para probar y te ENAMORARÍAS del suculento sabor, nada parecido a lo que hubieses imaginado.








     Viendo tu cara de felicidad pero a la vez de preocupación te diría que el recorrido habría terminado, pero sólo por el momento. Pues aun harían falta una gran cantidad de lugares y productos por degustar. 
     Me verías con una cara de felicidad y me dirías: ¿Entonces continuamos mañana?
     Con un simple movimiento de cabeza, te haría yo sentir aliviado. 
-Mañana- sería mi repuesta.

lunes, 28 de marzo de 2011

Castillo de Chapultepec.. la experiencia


La parada Chapultepec de la línea rosa del metro anuncia la llegada al destino esperado. Así como para mí, para otros tantos es también el final del trayecto por las vías subterráneas de la ciudad de México e inicio del viaje al pasado. Un pasado tan deslumbrante como muchos otros de la historia mexicana.
Para estos viajes en el tiempo, prefiero los fines de semana. En domingo se suman a la experiencia: colores, formas, aromas, sonidos, texturas, objetos, visiones y demás sensaciones que en un día cualquiera no son visibles.

Monumento Niños Héroes
El recorrido inicia adentrándose uno al bosque de Chapultepec, dicen por ahí que más de 40mil árboles son los habitantes permanentes de esta zona; una gran densidad de población diría yo. Y se dice también que  somos nosotros los humanos los aficionados a vivir amontonados. Más de 100 familias de flora diversa son las que conforman esta sociedad: los renombrados Ahuehuetes, los Cedros de abolengo, la fam. Fresno y los no tan populares fam. Trueno. 
Una prueba de esta teoría es que con 686 hectáreas, el bosque de Chapultepec es el área verde urbana más grande de América Latina.  Fue precisamente durante el Porfiriato (1898-1910) que con la autorización de todas estas familias-árboles se le construyeron fuentes, auditorios, monumentos y dos lagos artificiales, con la finalidad de convertirlo en un sitio de recreación para los capitalinos. 
Siguiendo el recorrido, entre dicho vecindario floral se erige el vistoso Monumento a los Niños Héroes; construido en 1906 con la finalidad de honrar a tan valientes jóvenes que en su momento perdieron la vida por su nación.

Garnachas
El recorrido continúa y una explosión de sonidos advierten la proximidad al castillo; paletas, helados,  gorritos, aguas de litro, frituras, bromas, pilas, rollos para cámara, la foto con el burro, -pásele, pásele, todo eso que busca, aquí lo tenemos-; un sinfín de productos son anunciados por sus vendedores, todos listos para sumarse a la extensa lista de pertenencias que uno tiene ya.




Al salir triunfalmente de la zona de puestos con la billetera regordeta, tal como llegó, inicia el ascenso al Castillo, ese que se encuentra en la cima del cerro del Chapulín. Subiendo, subiendo; poco a poco se comienza a maravillar uno con la vista, todo un bosque se postra a los pies. Puedo imaginar lo que Carlota sintió todas esas mañanas al asomar su figura por los extensos ventanales y contemplar ese precioso paisaje, ese mismo que creyó por un momento su imperio.
Salones colmados de una decoración neoclásica , pisos de mármol en unos, madera en otros, finos tapetes traídos desde tierras lejanas; aportan calidez a las habitaciones. Paredes cubiertas de arriba a abajo con delicados textiles teñidos de colores brillantes, hacen una imagen difícil de olvidar.   Imposible pasar por alto el inmobiliario, sillas, sillones, mesas, todos mandados a hacer a los ateliers de moda del momento, exclusivamente para rellenar los espacios del Gran Castillo de Chapultepec.


Ese mismo Castillo que inicialmente fungió como casa de descanso de los virreyes Matías y Bernardo Gálvez por 1785, el cual se esperaba que fuera la tan anhelada mansión de verano. Posteriormente pasó a ser sede del Colegio Militar, momento por el cual es considerado como uno de los escenario más importantes dentro de la historia mexicana, ya que fue aquí donde se dio la trágica batalla final entre México y Estados Unidos, mejor conocida como la Batalla de Chapultepec en donde 6 jóvenes cadetes mexicanos perdieron la vida. Este mismo recinto más tarde pasó a ser la residencia oficial de los emperadores Maximiliano de Habsburgo y Carlota Amalia de Bélgica, en el año de 1864, considerados los responsables de la magnífica decoración y de habilitar el lugar como un auténtico castillo de ensueño. Para su desgracia, el gusto les duró muy poco al ser considerados usurpadores por las fuerzas republicanas de México, por lo que Maximiliano fue derrotado, juzgado y fusilado. Carlota por su parte, se vio obligada al exilio. Habiendo finalizado este periodo el castillo pasó a ser el primer Observatorio Nacional. En 1884, el tan mencionado recinto comenzó a ser utilizado como residencia presidencial, a veces de veraneo, a veces fija. No fue, sino, hasta 1939 que el Presidente Lázaro Cárdenas lo entregó al pueblo mexicano para fungir como Museo Nacional de Historia, el cual sería inaugurado en 1944.     

Mural de Orozco
Una hermosa decoración y tantos objetos de gran valor no son lo único que se puede ver en ese mismo Castillo, por sus paredes también pasaron grandes maestros muralistas, quienes hicieron el favor de plasmar en sus interiores escenas de la historia mexicana que jamás deberán de ser olvidadas.
Orozco con su “Entrada triunfal de Benito Juárez al Palacio Nacional acompañado de su gabinete” y “Juárez, símbolo de la República contra la Intervención Francesa”; los cuales todo niño tiene presente al estar incluidos dentro de las páginas de los libros de texto gratuitos. Además de obras como: “La fusión de dos culturas”, de Jorge González Camarena; “El retablo de la Independencia”, de Juan O'Gorman; “La revolución contra la dictadura porfiriana”, de David Alfaro Siqueiros; y “Alegoría de la Revolución Mexicana”, de Eduardo Solares Gutiérrez.
Extensos salones, exquisitas decoraciones, bellos jardines, perfección y precisión inmaculada, grandes tesoros de la historia mexicana, pulcras indumentarias, elegantes carruajes, regalos de diplomáticos de todas partes del mundo hechos a presidentes de esta nación, vistas únicas, obras de arte, belleza, galantería y un desmedido esfuerzo por parte de los antiguos habitantes de este antiguo castillo en asemejar arquitectura, gustos, estilo, o como dicen, el joie de vivre de sus contemporáneos; modas importadas de Francia, España, Alemania, Rusia y otras tantas naciones a las cuales dichos habitantes vieron con tanto idealismo.  
Observatorio
Vale la pena recorrer el recinto, admirar su construcción y darse la oportunidad de viajar en el tiempo e intentar, al menos con la imaginación, ser parte de tan grandes momentos que sus paredes fueron testigos. Habiendo finalizado mi visita puedo decir con certeza que es algo que uno no se debe de perder jamás. 

miércoles, 23 de marzo de 2011

Para comida callejera, la Ciudad de México..



      Si algo me ha quedado claro después de recorrer exhaustivamente las calles de la Ciudad de México, es que cualquier lugar es bueno para comer; desde el establecimiento de comida corrida cercano a tu oficina, el restaurante más nice de la Col. Polanco, el lugar de tradición en el Centro, los puestos en el mercado de tu delegación, la señora que vende dulces a media calle, el puesto en la parada de autobús, la tienda con comida en tu estación de metro más transitada y porque no, el vendedor ofreciendo sus productos alimenticios dentro del mismo vagón subterráneo.  Queda claro que en esta ciudad, por comida no se para. La hay para todos los gustos, de todos los estilos, en todas partes y para todos los bolsillos. Por algo dicen que es la mejor ciudad para comer. 
      Si quieres algo natural y dietético, nunca faltan los puestos ofreciendo jugos de frutas, el plato de fruta variada con granola o el típico establecimiento de comida naturista dentro de la estación de metro. Si tienes antojo de algo más suculento, siempre están los puestos de tortas a la salida de cualquier estación de metro, la señora vendiendo quesadillas en la Alameda.
Por las mañanas el niño vendiendo la mágica torta de tamal, o el joven universitario ofreciendo el lunch completo (sándwich y fruta), listo para llevar. Si únicamente quieres un snack, aparece de pronto el viejito vendiendo barras de amaranto a tres por $10 pesos; o la indita con su variedad de dulces, el señor con sus golosinas a base de merengue, gaznates y demás. La monjita vendiendo sus delicias a la puerta de toda iglesia, parroquia o convento; rompope, galletas, pastelillos. 
     En todo parque encontrarás al joven vendiendo el surtido rico de nueces, dulces, cacahuates, garapiñados, pepitas, chicles y golosinas; todas montadas en su carreta cubiertas con plástico transparente para evitar que se empolven. Siempre que haya algún evento o espectáculo verás el puesto de frituras, papas fritas y churros.
Por las noches abundaran los puestos vendiendo elotes asados y esquites, los tamales rojo y verde, las quesadillas, pambazos y tlacoyos. Si no quieres aventurarte puedes parar en cualquiera de los mil y un puestos de tacos al pastor o los especialistas en alambres.

     En fin, todo indica que es un cuento de nunca acabar. Maravillas gastronómicas las hay por todas partes, sólo es cuestión de tener hambre y contar con las agallas de aventurero para abrir la boca y decir: ¡Una orden con todo, por favor!

viernes, 25 de febrero de 2011

Tacos de pescado estilo Baja.. yumi..!!

Es bien sabido que todo tipo de mariscos se consumen a lo largo y ancho de la república, gracias a sus 9,330km de costa además de sus 42 ríos principales que proporcionan una gran cantidad de especies marinas listas para comerse. Cada región y cada lugar aportan una propuesta diferente de preparación. Uno de mis favoritos son los tacos de pescado de Baja California. 
Ubicación exacta: el joven municipio de Rosarito, que obtiene sus tesoros marinos de las aguas del Océano Pacífico; para ser más precisos justo en la Taquería Los Cabos, sobre Av. Benito Juárez. Quiero pensar que el estilo de tacos de Baja California es bien conocido por toda la república, sin embargo, me tomaré la molestia de hacer una breve explicación de como son estas delicias para aquellos que no han tenido el gusto de comerlos. 




Como base, una suave tortilla de maíz blanco del tamaño aproximado de tu mano, grande a comparación de las tortillas de maíz del centro y sur de la república; por relleno llevan un jugoso trozo de filete de pescado blanco recién extraído de las aguas marinas cercanas, dicho filete es capeado o rebozado en una mezcla de harina, huevo y cerveza, la cual le agrega ese toque especial; para después ser frito en manteca de puerco. Como sazonadores se le agrega un poco de crema, salsa roja a base de chiles secos, tomate en cubos, cilantro, cebolla y unas gotas de limón. 
Para acompañar un agua fresca de cebada, horchata o jamaica o porque no, una cervecita bien fría. Simplemente el maridaje perfecto.. Ahora espero que una vez leída esta nota no exista pretexto para que no se den la oportunidad de probar estas delicias, ampliamente recomendables..!!

viernes, 11 de febrero de 2011

Año Nuevo en....¿Malinalco?

Las guías turísticas lo describen como -pueblito pintoresco el cual vale la pena visitar-, sin más información que la antes mencionada, uno como aventurero que es, se anima a ir a conocer este desconocido lugar ubicado en el extremo sur occidente del estado de México, a 65 km de Toluca.
El día elegido para la visita resultó ser nada más y nada menos que el 31 de Diciembre del 2010, sin muchos preparativos la familia se lanza a la aventura, esperando hacer un corto recorrido al ya mencionado pueblito, conocer sus atractivos y regresar justo a tiempo para la celebración del fin de año en la gran ciudad.


Claro está, que al tratarse de una familia venida del extremo noroeste de la república mexicana todo camino circulado resultó ser completamente nuevo, por lo que esos escasos 95km de la ciudad de México al mágico pueblo terminaron lográndose en un aproximado de 4 horas; con la típica parada al baño, la comida y las compras de imprevisto en la carretera; las cuales obviamente terminan aportándole una riqueza única a este tipo de -viajes exprés-.

Al llegar al pueblo nos dirigimos al centro, también conocido como plaza principal; justo en donde se encuentra la iglesia, el quiosco, la plazuela y los comercios al rededor; similar a todo corazón de cualquier pueblo mexicano.
Lo que a mis ojos llegó, no puedo más que describirlo como algo "lindo", se trataba de un mercado ubicado al rededor de la plazuela, en donde se perfilaban puestos vendiendo todo tipo de artículos elaborados en el corazón del mismo. Puestos vendiendo pan en su versión salada y dulce, había la señora que vendía tamales justo a la entrada de la iglesia, el señor de los elotes, el niño con las luces de bengala, muy a doc a la ocasión; el joven con sus figuras talladas en madera, el puesto de los antojitos, el de las artesanías en barro; todo tan lindo, tan original y tan colorido que no pude más que dedicarles un largo tiempo de mi día a cada uno de los puestos.


Así como yo, los demás integrantes de la familia se sintieron inundados por la fascinación de explorar todo lo que ese pueblo tenía para ofrecer. Sin darnos cuenta la noche nos alcanzó y la partida resultó imposible, con 95km de carretera sinuosa por delante, no se pudo más que hacer unas cuantas llamadas para cancelar la cena que se había preparado para despedir al año viejo. Lo que siguió resultó más o menos así: los jefes de la familia se dieron a la tarea de buscar algún lugar para pasar la noche, y fue así como terminamos en algo parecido a una posada, simple, sencilla, pero con lo necesario para lograr descansar. La vieja campana de la iglesia del pueblo nos avisó que el año nuevo había llegado, por mi parte no tenía más que agradecer por estar sana, tener a toda mi familia en perfectas condiciones y encontrarme a la expectativa de un pueblo nuevo por conocer.



El 1 de Enero me recibió con un café de olla y un pan dulce de pueblo, una linda vista y un clima perfecto. Para mi sorpresa, resultó ser que Malinalco cuenta con vestigios arqueológicos pertenecientes al grupo de los aztecas. Una pirámide tallada directamente sobre la piedra de la ladera de una montaña, conocida como -La casa de las águilas y los tigres-, sin duda un bonito lugar para conocer.
Igualmente se recorrió el pueblo y se ingresó al -Templo del divino salvador-, el cual tengo que aceptar es una verdadera joya arquitectónica, no sólo por su imponente infraestructura, sino también por sus ricos frescos de carácter barroco encontrados en patios contiguos al templo. Habiendo terminado el recorrido volvimos al corazón, al centro de todo, al mercado.

Esta vez por ser de mañana y el primer día del año, el lugar se vistió aún más elegante, con más puestos y maravillas para ofrecer. Se hicieron evidentes las caras de felicidad de los lugareños que con orgullo mostraban sus productos, cacahuates recién tostados, caña recién cortada y amontonada, zapote negro, zapote blanco, chicozapote, cilantro, epazote, chile habanero, calabaza, acelgas y otros tantos que sinceramente no recuerdo sus nombres, pero que sus colores jamás olvidaré. El puesto de barbacoa, el jugo y la ensalada de frutas, el pan recién horneado, el café de olla, todos esos colores, todos esos aromas, todos convergiendo en un mismo lugar, en un mismo centro, en un mismo corazón.  

Indudablemente el festejo de año nuevo no resultó como lo esperaba, pero hablando en serio, creo que me gustó más esta pequeña travesía que cualquier fiesta-alcohol a la cual pudiera haber asistido.

chicozapote, zapote blanco,
zapote negro
cacahuate tostado

epazote, cilantro

viernes, 4 de febrero de 2011

Pásele jefe, se lo dejo barato..

-Pásele jefe, se lo dejo barato; esta fresquecito recién sacado de hoy en la mañana. 
-¿A cuánto el bulto amigo?
-Barato jefe, lo estoy dando en $140 pero a usted se lo dejo en $125, barato jefe, pa’ que se lo lleve.
-Nombre amigo, está muy caro; no me alcanza y luego ¿de cuándo dice que es?
-De hoy mero jefe, fresquecito; hoy mismo lo coció mi señora para que nomas lo pele y se lo coma o también se lo puede comer con todo y cáscara jefe, como guste; hasta con todo y la cabeza, qué no ve que es lo más nutritivo.
-Pues si se me antoja amigo, si me estoy muriendo de hambre y en toda la carretera no me he topado más que con puros mangos. ¿Y qué trae para echarle? ¿Limoncito, chilito, algo?
-Claro jefe, viene con su limón, su salsa picante, hasta con sus servilletas.
-No, pues suena bien. ¿Y a cuánto dices que me lo dejas?
-A $125, es más a $115 ya pa’ que se lo lleve.
-Ya sé, me llevo dos y me los dejas a $100 cada uno.
-Ándele jefe, ya pa’ que se los lleve, pero no les diga a los demás porque luego van a querer que se los deje igual.
-Usted no se preocupe amigo, yo no le digo nada a nadie.


Y así es como más o menos se entablan las negociaciones entre mexicanos, ya sea en el mercado, en la carretera o en el puesto de la esquina; uno nunca dejará de regatear y el otro nunca dejará de vender.

Lo que intenté transcribir anteriormente se dio en la carretera de cuota justo llegando a Guaymas, Sonora;  en donde nunca faltarán los lugareños que se te acerquen para ofrecer los frutos de su tierra, en este caso, los frutos de sus aguas, deliciosos camarones recogidos ese mismo día, como aseguraran todos los lugareños; dato que sinceramente me cuesta trabajo creer, pero que no me detendré a comprobar. Se venden ya cocidos, listos para comerse, uno decide si los come con cáscara o los pela, de cualquier manera sabrán exquisitos. 
Que de igual manera se puede bajar uno a la tiendita de la caseta y comprar una bolsa de frituras, al final sacian y hasta salen mucho más baratas; pero no se trata de eso. Cuando uno viaja, uno debe de probar lo que el lugar al que va tiene para ofrecerle, de esa manera uno aprende, conoce y finalmente ayuda.  Así es, ayuda; pues es una realidad que cientos de familia viven de la venta de sus productos regionales. Ya sea por amor a la comida, a la aventura o por solidaridad, pero no dejes de deleitarte con esos ricos productos regionales; no hay que olvidar que somos un país que vive del turismo y no solo del extranjero, sino del nacional también. Así que en lugar de pararte a comprar una bolsa de frituras de marca reconocida, gira tu vista hacia la señora que vende churritos y ayuda a tu país, contribuye con su economía y su desarrollo; los más probable es que te lleves una grato sabor a la boca. 

martes, 25 de enero de 2011

Para sorpresas, las carreteras de México..

Recorrer las carreteras de México en cada viaje que se hace es toda una aventura y una obligación en mi familia; gracias a la pasión de mi padre por recorrer miles y miles de kilómetros de carreteras cada vez que decide salir de vacaciones, puedo decir que conozco casi todo el país.
Por lo que el hecho de que conozca casi todas las carreteras de cuota y algunas libres de esta nación no resulta extraño, son los paisajes tan cambiantes e impresionantes que se ven kilómetro a kilómetro recorrido, los diferentes climas, las personas que se topa uno en el camino lo que lo hace tan interesante; sin restarle importancia a la convivencia familiar a la que se ve uno obligado a participar si se pasan un mínimo 6 horas en el mismo delimitado espacio cada vez que se viaja.
Sin embargo, algo que para mí representa gran parte de lo interesante del viaje son todas esas pequeñas cosas que se venden a lo largo de las infinitas carreteras de México, en especial las que se comen; cada estado, cada región, cada poblado tiene sus productos típicos que denotan el carácter de su gente que animosamente se levantan todas las mañanas y se acomodan a las orillas de las carreteras con la esperanza de vender todos y cada uno de los productos que con tanta dedicación elaboran día con día; frutas, verduras, dulces, tacos, tamales, aguas, guisados, todo lo que te puedas imaginar, se puede encontrar a lo largo de las carreteras de México.   

Lagunas de Zempuala


En esta ocasión se trató de chorizos, teniendo como ubicación el Estado de México, específicamente la carretera libre de Cuernavaca a Chalma, la misma que pasa por las famosas lagunas de Zempuala, justamente en el poblado de Santiago Tianguistengo. Chorizo rojo, chorizo verde, longaniza, obispo, chicharrón y queso de puerco fueron los causantes de la parada técnica, sorprendidos por sus brillantes colores avistados desde lejos.

Longaniza, chorizo rojo y chorizo verde

Quisiera poder explicar la diferencia entre chorizo y longaniza, sin embargo, lo desconozco; lo único que puedo decir es que tal como se ve en la fotografía la longaniza viene en forma de tripa larga y el chorizo está segmentado, puedo suponer que difieren en algunos ingredientes; en cuanto al chorizo verde se que dentro de los ingredientes utilizados en su elaboración están productos de la región que le otorgan dicho color y sabor característico como lechuga, cilantro, perejil, chiles verdes, entre otros.

Obispo

En cuanto al obispo, puedo decir que además de tener un excelente sabor corresponde a la -pansita del borrego-, que se utiliza para darle forma la cual se rellena con una mezcla elaborada a base de diversas partes del puerco y especias.

Queso de puerco
Otra delicia, el queso de puerco, con su singular forma semejando un queso, para el cual se utiliza una delgada canasta de fibras naturales lo que le permite ser reposado por un periodo de tiempo, acción que le otorga ese sabor característico.

Chicharrón de puerco

Como se podrán imaginar me aseguré de comprar un poco de cada uno de los productos para poder volver a degustarlos con calma habiendo llegado de regreso a casa.

Sea cual sea la carretera en la que te encuentres, alguna delicia llegará hasta la ventana de tu coche, sólo es cuestión de darle una oportunidad y dejarte cautivar por esas delicias que con tanto orgullo distribuyen sus creadores. Pruébalos, no te arrepentirás.

domingo, 23 de enero de 2011

Hay de pozoles a pozoles..

Da igual si eres del norte, del centro o del sur de México, sin importar cuales sean tus coordenadas es casi imposible que no hayas probado el delicioso POZOLE. Es de conocimiento común que este es un platillos típico mexicano y para los que no lo conocen es una preparación caldosa hecha a base de alguna proteína, ya sea pollo, res o puerco y en algunas ocasiones a base de mariscos; el ingrediente que jamás puede faltar es el maíz pozolero o cacahuacintle, el cual le da un toque único e interesante al caldo por su suave textura.
Así como puede variar la proteína, igual puede variar el condimentado del caldo,  por lo que puedes tener un pozole blanco o natural; caldo rojo, al cual se le agrega una salsa preparada con base de chiles secos y el verde, al cual se le agrega una salsa hecha con pepita de calabaza como condimento. 
Sin importar cual sea tu elección en cuanto a la proteína y el color del caldo siempre tendrás la opción de agregar ciertas guarniciones a tu pozole, como por ejemplo el orégano seco, rodajas de rábano, chile rojo en polvo, cebolla en cubitos, gotas de limón y lechuga en chiffonade.    

Por mi parte tengo dos excelentes recomendaciones para probar pozoles de diferentes estilos en la ciudad de México. La primera corresponde al mercado de Coyoacán, en donde es posible probar el pozole rojo. Sentado en medio del barullo entre puestos de -quesadillas con queso- y pozoles, cualquiera que sea el puesto que elijas la experiencia será bastante grata, yo te diría que optaras por el puesto con más gente, pues como comúnmente se suele decir, "si hay gente es porque esta bueno".  Una guarnición curiosa que para mí resultó ser algo nuevo, fueron las tostadas con crema que te ofrecen para comer junto con tu pozole. En conclusión esta es una muy buena opción para probar pozole rojo, tomando en cuenta el buen sabor y precio económico, sin dejar atrás el típico folclor mexicano.


La segunda recomendación corresponde a un lugar ubicado en la Col. Buenos Aires, justo a un costado de la estación de metro Lázaro Cárdenas, que lleva por nombre -Los Tolucos-. Restaurante de dos pisos, de carácter popular, siempre inundado de gente en donde igualmente se ofrece la opción de probar carnitas de puerco y de pollo. Éste establecimiento ofrece como parte de su menú pozole blanco y verde, ambos ampliamente recomendables. Tengo que reconocer que mi favorito es el pozole verde, el cual cuenta con la característica de haber sido sazonado con pepitas de calabaza, lo que le otorga una consistencia un tanto más densa pero a su vez más saciadora.
Si no te decides entre pedir el blanco o verde, pídele a tu mesero que te lleve una muestra de ambos pozoles, con lo que disiparás tus dudas.  


Espero les lleguen a resultar de utilidad mis humildes recomendaciones, siempre ricas, económicas y porque
no.. folclóricas.

P.D. si caminas un poco en dirección a la estación de metro, te encontrarás justo en una esquina a una cuadra, con una pequeña panadería llamada La Petit, en donde se especializan en la venta de pan estilo francés, el cual está simplemente DELICIOSO.  

martes, 18 de enero de 2011

Cuando la nostalgia toma forma de TACO..

Creo que ese sentimiento llamado -nostalgia- nos ha llegado alguna vez a todos, me refiero a la añoranza por ese lugar al que llamas -hogar-. Ya sea que hayas cambiado de ciudad, de región, de país o hasta de continente; no importa que tan lejos o que tan cerca te hayas ido, tarde o temprano esa sensación te encontrará, tocará a tu puerta y se instalará en lo más profundo de tu corazón.  Es ese el momento en el que recuerdas a vivo y todo color el aroma del desayuno preparado por algún integrante de tu familia y dispuesto en la mesa para desayunar todos un buen domingo por la mañana, se te antoja ese delicioso elote desgranado que vende don Pancho a dos cuadras de tu antiguo colegio, o como olvidar los ricos tacos de barbacoa que religiosamente comías después de una larga noche de fiesta. Sin embargo, por más que los visualices, los recuerdes y los imagines te será imposible tenerlos frente a ti y disfrutar todos esos detalles que tanto llegaron a satisfacer en algún momento a tu exigente paladar. 

A mí, ese sentimiento se me presentó en forma de TACO, así es, de taco y no cualquiera, estoy hablando de un taco de carne asada, con su tortilla de harina recién hecha, su carne asada a la leña; mezquite, para ser precisos, con su rico guacamole, su salsita molcajeteada y unos cuantos frijolitos de la olla. Como complemento una amable sonrisa del joven taquero que de la manera más sincera y desinteresada pregunta: ¿qué tal unas cebollitas asadas? -Con mucho gusto joven- contesté.

Una mordida al ansiado TACO y una ráfaga de recuerdos vienen a mi mente: momentos, experiencias, personas, sentimientos pasados, todos enterrados en el baúl de los recuerdos. Fue en ese momento, justo a las 11:30pm después de 9 horas de viaje en coche, habiendo finalmente llegado a MI CIUDAD que con la primera mordida al taco mi mente viajó hasta lugares inimaginables. Fue ahí, justo en ese lugar, con el mismo mesero regálandome su amable sonrisa que entendí que todo ese tiempo no había añorado al desayuno del domingo, o al elote de don Pancho o al taco de barbacoa. Era nada más y nada menos que a mi familia, a mi gente, mi ciudad, mis experiencias pasadas que me bombardeaban la mente y el corazón en forma de comida.

Curioso mensaje me terminaría dando ese TACO, ¿a tí, qué mensaje te daría ese platillo añorado?

martes, 11 de enero de 2011

Un bonito lugar en la Marquesa


Lleva por nombre “Los Pinos”, restaurante ubicado justo a un costado de la carretera a la Marquesa, he de aceptar que llegamos ahí y no a otro lugar por su atractiva apariencia, una linda cabañita en medio del bosque, tan linda como ninguna  otra.
Para los que no conocen, como me sucedió a mí, la Marquesa es una zona boscosa ubicada a la salida de la ciudad de México con dirección a Toluca, para los capitalinos funge como la ubicación ideal para recreación y esparcimiento, un escapada del bullicio, contaminación y estrés que se vive dentro de la gran ciudad.
Y es que al atravesar tan bello escenario, repleto de pinos, con curiosos complejos turísticos por doquier, en los que se ofrecen actividades tales como gotcha, tirolesa, pesca y camping, por mencionar  algunos, resulta natural que se antoje y más en época de frío, algo con que reconfortar el ánimo; un cafecito de olla un atole-champurrado o algún jugo de naranja recién exprimido.

Que se te antoja un caldito, hay una gran variedad, no te preocupes. Si estas de suerte puedes encontrar caldo de hongos silvestres, siempre y cuando sea temporada, sino, igualmente esta la sopa de flor de calabaza y la atractiva sopa azteca, la cual resultó ser toda una aventura comerla, creo que con la foto te podrás dar una idea, tendrás que bucear entre tortillitas fritas, chicharrón, aguacate, chile de árbol y la crema que no puede faltar. Una DELICIA. 










¿Sigues sintiendo frío tu corazoncito? Pasemos a los segundos entonces.
¡MOMENTO! antes de que cualquier cosa suceda, un taquito de chorizo verde por favor; típico de la zona y no es que sea verde porque se haya echado a perder, resulta que dentro de la extensa lista de ingredientes están incluidos el perejil, cilantro, chiles verdes, tomatillo verde y demás cosas verdes que se encuentren por la zona. Una sabia combinación elaborada por nuestros connacionales del centro que recomiendo probar.




Ahora sí, a los segundos. Sinceramente fue toda una odisea el llegar a un acuerdo en cuanto a cuál sería la elección de cada uno de los comensales presentes con respecto a los platillos, siendo todos unos glotones no queríamos repetir  sabores para poder probar un poco de todo.  Por lo que la comanda terminó algo así:

*Huauzontles en mole: una excelente elección, altamente recomendable; se trata de una “tortita” de huauzontle relleno de queso, capeado y bañado con mole estilo poblano. A diferencia de platillos similares probados en otros establecimientos en este caso para la elaboración de la “tortita” se utilizaron solo las hojitas de la hierba, eliminando las ramitas, tronquitos y demás materia que al encontrarlos en tu platillo puede resultar incomodo para algunos y entretenido para otros. 





*Mixiote de conejo: debido a las características de la zona, el conejo es uno de los animales que abundan en la región, por lo que no resultó extraño encontrar esta variación del típico platillo mexicano, el cual consiste en preparar alguna carne, en especial la de carnero envolviéndola en una delgada película desprendida del maguey pulquero y cocinarla al vapor. 



*Trucha a la campesina: al igual que el conejo, la trucha preparada de cualquier manera imaginada es un platillo que se encuentra en todos los establecimientos de la zona, en el caso de la campesina se envuelve en hoja de maíz y se rellena de queso con vegetales y se cocina al vapor; se acompaña de papas fritas y ensalada de papa. En realidad fue el menos alagado de los platillos, sin embargo, tengo que reconocer que es una buena elección para los que busquen una opción ligera y saludable, a excepción de los acompañantes.

Tortillas de maíz negro recién hechas a mano estuvieron dispuestas a acompañar a todo platillo elegido, sin escatimar en cantidad ni calidad.
En conclusión, me enamore de la zona, repleta de vegetación, lindos paisajes, muchísimas actividades por realizar y una gran oferta de establecimientos para comer. En mi caso, elegimos el establecimiento más lindo y atinamos en sabor, espero tu intuición sea tan acertada como la nuestra y te lleves una excelente sorpresa, tal como a nosotros nos sucedió. 




martes, 4 de enero de 2011

Museo de Arte Popular... tributo al arte popular mexicano

Calacas de barro
Ademas de una mundialmente reconocida gastronomía, catalogada como patrimonio de la humanidad, la gente de esta nación cuenta con un gran don, que corresponde a la habilidad de crear todo tipo de manualidades; es por ello que no resulta extraño que para cualquier turista el llevar una artesanía mexicana sea una actividad obligada.





Y es que siendo este un país tan extenso, con una historia tan rica y diversa, siendo posible encontrar en cada rincón un paisaje y productos naturales diferentes, resulta lógico encontrar igualmente en cada rincón, de diferentes materiales y diseños alguna manualidad considerara -arte popular-.

Alebrije
Como buena mexicana considero que ya era justo que todo ese arte, plasmado en el artículo de uso diario mas sencillo hasta la obra mas compleja, fuera reconocido dentro y fuera de país y no tomado como un simple mexican curios.
Con dicha finalidad fue creado el Museo de Arte Popular, en donde se rinde tributo permanente a todos aquellos artesanos mexicanos, que inundan nuestras pupilas con color y belleza.

Vochol (arte huichol)
Ubicado en el centro de la ciudad de México, dando la opción de ingresar gratuitamente los domingos, ademas de ofrecer cursos variados (elaboración de piñatas, nacimientos, etc) dirigido a todos los públicos, desde niños hasta adultos, lo considero personalmente una parada OBLIGADA en toda visita a la ciudad de México.