Creo que ese sentimiento llamado -nostalgia- nos ha llegado alguna vez a todos, me refiero a la añoranza por ese lugar al que llamas -hogar-. Ya sea que hayas cambiado de ciudad, de región, de país o hasta de continente; no importa que tan lejos o que tan cerca te hayas ido, tarde o temprano esa sensación te encontrará, tocará a tu puerta y se instalará en lo más profundo de tu corazón. Es ese el momento en el que recuerdas a vivo y todo color el aroma del desayuno preparado por algún integrante de tu familia y dispuesto en la mesa para desayunar todos un buen domingo por la mañana, se te antoja ese delicioso elote desgranado que vende don Pancho a dos cuadras de tu antiguo colegio, o como olvidar los ricos tacos de barbacoa que religiosamente comías después de una larga noche de fiesta. Sin embargo, por más que los visualices, los recuerdes y los imagines te será imposible tenerlos frente a ti y disfrutar todos esos detalles que tanto llegaron a satisfacer en algún momento a tu exigente paladar.
A mí, ese sentimiento se me presentó en forma de TACO, así es, de taco y no cualquiera, estoy hablando de un taco de carne asada, con su tortilla de harina recién hecha, su carne asada a la leña; mezquite, para ser precisos, con su rico guacamole, su salsita molcajeteada y unos cuantos frijolitos de la olla. Como complemento una amable sonrisa del joven taquero que de la manera más sincera y desinteresada pregunta: ¿qué tal unas cebollitas asadas? -Con mucho gusto joven- contesté.
Una mordida al ansiado TACO y una ráfaga de recuerdos vienen a mi mente: momentos, experiencias, personas, sentimientos pasados, todos enterrados en el baúl de los recuerdos. Fue en ese momento, justo a las 11:30pm después de 9 horas de viaje en coche, habiendo finalmente llegado a MI CIUDAD que con la primera mordida al taco mi mente viajó hasta lugares inimaginables. Fue ahí, justo en ese lugar, con el mismo mesero regálandome su amable sonrisa que entendí que todo ese tiempo no había añorado al desayuno del domingo, o al elote de don Pancho o al taco de barbacoa. Era nada más y nada menos que a mi familia, a mi gente, mi ciudad, mis experiencias pasadas que me bombardeaban la mente y el corazón en forma de comida.
Curioso mensaje me terminaría dando ese TACO, ¿a tí, qué mensaje te daría ese platillo añorado?
el gordito amigable
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