viernes, 25 de febrero de 2011

Tacos de pescado estilo Baja.. yumi..!!

Es bien sabido que todo tipo de mariscos se consumen a lo largo y ancho de la república, gracias a sus 9,330km de costa además de sus 42 ríos principales que proporcionan una gran cantidad de especies marinas listas para comerse. Cada región y cada lugar aportan una propuesta diferente de preparación. Uno de mis favoritos son los tacos de pescado de Baja California. 
Ubicación exacta: el joven municipio de Rosarito, que obtiene sus tesoros marinos de las aguas del Océano Pacífico; para ser más precisos justo en la Taquería Los Cabos, sobre Av. Benito Juárez. Quiero pensar que el estilo de tacos de Baja California es bien conocido por toda la república, sin embargo, me tomaré la molestia de hacer una breve explicación de como son estas delicias para aquellos que no han tenido el gusto de comerlos. 




Como base, una suave tortilla de maíz blanco del tamaño aproximado de tu mano, grande a comparación de las tortillas de maíz del centro y sur de la república; por relleno llevan un jugoso trozo de filete de pescado blanco recién extraído de las aguas marinas cercanas, dicho filete es capeado o rebozado en una mezcla de harina, huevo y cerveza, la cual le agrega ese toque especial; para después ser frito en manteca de puerco. Como sazonadores se le agrega un poco de crema, salsa roja a base de chiles secos, tomate en cubos, cilantro, cebolla y unas gotas de limón. 
Para acompañar un agua fresca de cebada, horchata o jamaica o porque no, una cervecita bien fría. Simplemente el maridaje perfecto.. Ahora espero que una vez leída esta nota no exista pretexto para que no se den la oportunidad de probar estas delicias, ampliamente recomendables..!!

viernes, 11 de febrero de 2011

Año Nuevo en....¿Malinalco?

Las guías turísticas lo describen como -pueblito pintoresco el cual vale la pena visitar-, sin más información que la antes mencionada, uno como aventurero que es, se anima a ir a conocer este desconocido lugar ubicado en el extremo sur occidente del estado de México, a 65 km de Toluca.
El día elegido para la visita resultó ser nada más y nada menos que el 31 de Diciembre del 2010, sin muchos preparativos la familia se lanza a la aventura, esperando hacer un corto recorrido al ya mencionado pueblito, conocer sus atractivos y regresar justo a tiempo para la celebración del fin de año en la gran ciudad.


Claro está, que al tratarse de una familia venida del extremo noroeste de la república mexicana todo camino circulado resultó ser completamente nuevo, por lo que esos escasos 95km de la ciudad de México al mágico pueblo terminaron lográndose en un aproximado de 4 horas; con la típica parada al baño, la comida y las compras de imprevisto en la carretera; las cuales obviamente terminan aportándole una riqueza única a este tipo de -viajes exprés-.

Al llegar al pueblo nos dirigimos al centro, también conocido como plaza principal; justo en donde se encuentra la iglesia, el quiosco, la plazuela y los comercios al rededor; similar a todo corazón de cualquier pueblo mexicano.
Lo que a mis ojos llegó, no puedo más que describirlo como algo "lindo", se trataba de un mercado ubicado al rededor de la plazuela, en donde se perfilaban puestos vendiendo todo tipo de artículos elaborados en el corazón del mismo. Puestos vendiendo pan en su versión salada y dulce, había la señora que vendía tamales justo a la entrada de la iglesia, el señor de los elotes, el niño con las luces de bengala, muy a doc a la ocasión; el joven con sus figuras talladas en madera, el puesto de los antojitos, el de las artesanías en barro; todo tan lindo, tan original y tan colorido que no pude más que dedicarles un largo tiempo de mi día a cada uno de los puestos.


Así como yo, los demás integrantes de la familia se sintieron inundados por la fascinación de explorar todo lo que ese pueblo tenía para ofrecer. Sin darnos cuenta la noche nos alcanzó y la partida resultó imposible, con 95km de carretera sinuosa por delante, no se pudo más que hacer unas cuantas llamadas para cancelar la cena que se había preparado para despedir al año viejo. Lo que siguió resultó más o menos así: los jefes de la familia se dieron a la tarea de buscar algún lugar para pasar la noche, y fue así como terminamos en algo parecido a una posada, simple, sencilla, pero con lo necesario para lograr descansar. La vieja campana de la iglesia del pueblo nos avisó que el año nuevo había llegado, por mi parte no tenía más que agradecer por estar sana, tener a toda mi familia en perfectas condiciones y encontrarme a la expectativa de un pueblo nuevo por conocer.



El 1 de Enero me recibió con un café de olla y un pan dulce de pueblo, una linda vista y un clima perfecto. Para mi sorpresa, resultó ser que Malinalco cuenta con vestigios arqueológicos pertenecientes al grupo de los aztecas. Una pirámide tallada directamente sobre la piedra de la ladera de una montaña, conocida como -La casa de las águilas y los tigres-, sin duda un bonito lugar para conocer.
Igualmente se recorrió el pueblo y se ingresó al -Templo del divino salvador-, el cual tengo que aceptar es una verdadera joya arquitectónica, no sólo por su imponente infraestructura, sino también por sus ricos frescos de carácter barroco encontrados en patios contiguos al templo. Habiendo terminado el recorrido volvimos al corazón, al centro de todo, al mercado.

Esta vez por ser de mañana y el primer día del año, el lugar se vistió aún más elegante, con más puestos y maravillas para ofrecer. Se hicieron evidentes las caras de felicidad de los lugareños que con orgullo mostraban sus productos, cacahuates recién tostados, caña recién cortada y amontonada, zapote negro, zapote blanco, chicozapote, cilantro, epazote, chile habanero, calabaza, acelgas y otros tantos que sinceramente no recuerdo sus nombres, pero que sus colores jamás olvidaré. El puesto de barbacoa, el jugo y la ensalada de frutas, el pan recién horneado, el café de olla, todos esos colores, todos esos aromas, todos convergiendo en un mismo lugar, en un mismo centro, en un mismo corazón.  

Indudablemente el festejo de año nuevo no resultó como lo esperaba, pero hablando en serio, creo que me gustó más esta pequeña travesía que cualquier fiesta-alcohol a la cual pudiera haber asistido.

chicozapote, zapote blanco,
zapote negro
cacahuate tostado

epazote, cilantro

viernes, 4 de febrero de 2011

Pásele jefe, se lo dejo barato..

-Pásele jefe, se lo dejo barato; esta fresquecito recién sacado de hoy en la mañana. 
-¿A cuánto el bulto amigo?
-Barato jefe, lo estoy dando en $140 pero a usted se lo dejo en $125, barato jefe, pa’ que se lo lleve.
-Nombre amigo, está muy caro; no me alcanza y luego ¿de cuándo dice que es?
-De hoy mero jefe, fresquecito; hoy mismo lo coció mi señora para que nomas lo pele y se lo coma o también se lo puede comer con todo y cáscara jefe, como guste; hasta con todo y la cabeza, qué no ve que es lo más nutritivo.
-Pues si se me antoja amigo, si me estoy muriendo de hambre y en toda la carretera no me he topado más que con puros mangos. ¿Y qué trae para echarle? ¿Limoncito, chilito, algo?
-Claro jefe, viene con su limón, su salsa picante, hasta con sus servilletas.
-No, pues suena bien. ¿Y a cuánto dices que me lo dejas?
-A $125, es más a $115 ya pa’ que se lo lleve.
-Ya sé, me llevo dos y me los dejas a $100 cada uno.
-Ándele jefe, ya pa’ que se los lleve, pero no les diga a los demás porque luego van a querer que se los deje igual.
-Usted no se preocupe amigo, yo no le digo nada a nadie.


Y así es como más o menos se entablan las negociaciones entre mexicanos, ya sea en el mercado, en la carretera o en el puesto de la esquina; uno nunca dejará de regatear y el otro nunca dejará de vender.

Lo que intenté transcribir anteriormente se dio en la carretera de cuota justo llegando a Guaymas, Sonora;  en donde nunca faltarán los lugareños que se te acerquen para ofrecer los frutos de su tierra, en este caso, los frutos de sus aguas, deliciosos camarones recogidos ese mismo día, como aseguraran todos los lugareños; dato que sinceramente me cuesta trabajo creer, pero que no me detendré a comprobar. Se venden ya cocidos, listos para comerse, uno decide si los come con cáscara o los pela, de cualquier manera sabrán exquisitos. 
Que de igual manera se puede bajar uno a la tiendita de la caseta y comprar una bolsa de frituras, al final sacian y hasta salen mucho más baratas; pero no se trata de eso. Cuando uno viaja, uno debe de probar lo que el lugar al que va tiene para ofrecerle, de esa manera uno aprende, conoce y finalmente ayuda.  Así es, ayuda; pues es una realidad que cientos de familia viven de la venta de sus productos regionales. Ya sea por amor a la comida, a la aventura o por solidaridad, pero no dejes de deleitarte con esos ricos productos regionales; no hay que olvidar que somos un país que vive del turismo y no solo del extranjero, sino del nacional también. Así que en lugar de pararte a comprar una bolsa de frituras de marca reconocida, gira tu vista hacia la señora que vende churritos y ayuda a tu país, contribuye con su economía y su desarrollo; los más probable es que te lleves una grato sabor a la boca.